De la mano de la noche,
pides a la inspiración,
que se convierta en tu guía,
y le escribas a quien comparte tus días,
con alma y con corazón,
frente a la ira vecina,
que hasta de ti, te aísla.


Vas despistando al miedo.
No poseer es querer
y te ofreces con lo que eres,
ni buena ni perversa.


Callas verdades a medias,
y deseas que te quite,
las que te cubren las piernas.
Si te busca, te encuentra.


Lo que no puedes hacer,
porque ya no aceptas deudas,
es arrastrar culpas propias,
ni ajenas.


No hay ocultas leyendas
ni tradición en tu Dios,
se acabó la Inquisición,
y también los delegados,
que educan a nuestros hijos,
con diablos y pecados.


Antes del cielo de ellos,
morirás en el infierno,
sin besos no vendidos,
sin polvos bendecidos.


De valientes cobardías,
has tejido amaneceres
siempre sin hacer reproches
y soñando con su vuelta,
que era tu recompensa,


Hoy que compartes la vida
nada debes a su ayer,
nadie tuvo que perder…


No existía la rima…
¿y qué es la vida sin poesía?